Todo lo que no me atreví a contar
Aquí se hallan todas aquellas palabras que jamás salieron de mi boca. Quizás alguna se escapó en una lágrima, pero el suelo la calló.
domingo, 31 de diciembre de 2023
Jenga
lunes, 28 de agosto de 2023
Agosto negro
miércoles, 14 de junio de 2023
Las causas perdidas
viernes, 30 de diciembre de 2022
2022. El oscuro camino hacia el edén
miércoles, 7 de septiembre de 2022
Normal
martes, 30 de agosto de 2022
El amor de nuestra vida
Eterna adolescencia
La adolescencia es una etapa difícil y a la vez trascendental en la vida de cualquier persona.
Eso sucede porque es el tiempo en el que cada individuo, después de haber adquirido las habilidades y conocimientos básicos para la vida durante la niñez, comienza ha asentarse en el mundo. Quizás aún no sabe como quiere que sea su camino, pero empieza a definirlo y a definirse.
Empieza a desarrollar sus gustos musicales, orientación sexual, un círculo de amistades con nexos comunes. Empieza a decidir lo que le gusta y lo que no. Empieza a formar los aspectos más desarrollados de la personalidad.
Tengo treinta años y creo que me he quedado anclado en la etapa que he descrito antes.
No me identifico con ningún estilo musical, no sé que tres cosas me llevaría a una isla desierta. No sé que me tatuaría, ni si me he enamorado o la razón de la última vez que he llorado.
Ni siquiera sé cual es mi lugar favorito del mundo o el momento más feliz de mi vida. No digo que no los tenga, pero no sé cuales son.
El signo de interrogación me persigue cada día, a cada momento que voy.
Convivo tormentosamente con la angustia del que vive al día. Salvando el momento y sin saber que será mañana.
La casilla de descripción de cualquier red social se convierte en un jeroglífico imposible de descifrar para mi.
No sé quien soy, que me gusta, que me emociona o que me encoleriza.
Eso hace que jamás haya tenido una relación que haya penetrado más allá de la epidermis.
En la vida he ido adquiriendo algunos conocimientos pero me salté el proceso de desarrollo.
Conozco nombres, no historias. Conozco gente, no personas.
Sé como me llamo, pero no sé quien soy. Al punto de descubrirme en una conversación imitando la actitud de algún referente residual que aún conservaba en mi subconsciente.
He intentado imponerme la pertenencia ha algún colectivo por aquello del sentimiento de pertenencia, valga la redundancia, pero me ha sido imposible encajar.
He probado distintas aficiones, trabajos, rutinas. Pero al final todo ha acabado en una hoja en blanco arrugada tirada en la hoguera.
En treinta años, lo único que he averiguado de mi es mi nombre, mi altura, color de pelo, de ojos, que no me gusta el calor, que no puedo dormir con silencio absoluto y sobre todo sé a que dos momentos del pasado me transportaría para cambiar el curso de mi hisoria.
Ahora que lo pienso, no está mal todo lo que sé de mi. Al fin y al cabo mi atención esta siempre centrada en no pisar ninguna mina de las que hay en el suelo que vivo.
viernes, 31 de diciembre de 2021
Apocalíptico 2021
31 de diciembre, día ansiado por muchos ya que eso significa que falta muy poco para que 2021 acabe.
2021, segundo año de pandemia y por ello odiado por todos. Un año más rodeados de restricciones, aislamiento, enfermedad y muerte.
También tuvimos un temporal de nieve como nunca se vio, la erupción de un volcán y algún que otro apocalipsis mundial más.
Lo positivo de este año ha sido básicamente la vacunación masiva y la inmunidad de rebaño conseguida. Esto ha evitado ya muchas muertes.
Eso fue todo, a grandes rasgos, a nivel global.
A nivel personal, este año ha sido extrañamente bueno.
Tuve trabajo, viví nuevas experiencias (Incluso hice aquello que soñé hace años, tirarme por un puente, solo que enganchado a un arnés), conocí gente nueva y reconocí a gente que hasta entonces eran solo conocidos para mi, pasé un verano brutal, uno de mis mejores amigos fue padre, el virus ha respetado a todas las personas que quiero y volví a emocionarme con el fútbol gracias a la 3ª RFEF. Todas estas experiencias también me sirvieron para apartar a gente que no me aportaban nada positivo.
El 2021 también trajo consigo mis 30 años y el vertigo que eso significa. ¿Debería madurar? Y si no lo he conseguido aún, ¿debería preocuparme?
El año hubiera sido cojonudo sin no hubiese tenido un final tan horrendo.
El último mes y medio me dejó bastante tocado. Con una situación laboral complicada, un desengaño personal bastante grande con un par de personas y la peor Navidad de mi vida, lo cual traerá consecuencias.
2021. Un año en el que, lo bueno, ha sido muy bueno, pero lo malo, has sido horrible.
Me gustaría quedarme con lo bueno. Se supone que es eso lo que se debe hacer.
Querría desearos a tod@s un 2022 lleno de felicidad. Y si eso no sucede, espero que no perdáis la esperanza de que esa felicidad llegará.
¡FELIZ AÑO NUEVO!
lunes, 27 de diciembre de 2021
El amor verdadero
Me da envidia, envidia sana y me provoca verdadera fascinación a partes iguales las historias de amor. Pero las historias de amor de verdad y prolongadas en el tiempo.
Esas que lo soportan todo, hasta el tiempo.
Hoy en día dicen que el romanticismo está pasado de moda y que ahora somos más libres y no hay que etiquetar las relaciones. Pero, ¿desde cuándo es una moda el amor?
Toda excusa es buena para camuflar el miedo que nos da afrontar nuestros sentimientos para con otra persona. Y es normal.
Pensad que todas esas parejas que siguen juntas y enamoradas tantos años han tenido que afrontar momentos de escasez, de conflictos y de pérdidas. Crisis en general. Pero todo eso han sabido combatirlo con apoyo mutuo, transigencia y hasta renunciando en algún momento a sus principios.
Y el amor es el que consigue todo eso. Te hace dejar de pensar como individuo para hacerlo como conjunto.
De verdad, fijaos bien porque merece la pena pararse un momento a observar esa complicidad. Ese tándem perfecto que forman dos personas que se han escogido para hacer juntos el viaje de la vida. Y ese viaje lo hacen juntos al completo, sin saltarse una sola estación. Con lo bueno y lo malo hasta el final.
Eso es lo hermoso.